Delegar en una IA
Una de las habilidades de gestión fundamentales es saber delegar. Aunque se hable más de liderazgo, comunicación e inteligencia emocional, entre tantas otras, saber delegar es clave para crecer y hacer crecer profesionalmente a otros.
Saber delegar parece simple pero no lo es. La mayor parte de nosotros somos horribles delegando. Y no hace falta remitirse a un rol de gestión para experimentar esto porque todos delegamos o fuimos delegados en la organización de las tareas hogareñas, la juntada con amigos del finde o ese trabajo grupal (que tanto detestamos) en el colegio o la universidad. Delegar de manera satisfactoria multiplica el resultado y divide el esfuerzo, todo a la vez. Delegar bien es casi un superpoder.
Hace tiempo que vengo pensando en los paralelos que existen entre la delegación tradicional y el saber trabajar con una inteligencia artificial (especialmente una generativa). Al fin y al cabo, esa analogía de la IA como asistente personal no es caprichosa. ¿Cuántos de los principios para una delegación exitosa serán extrapolables a nuestra interacción con un chatbot?
No recuerdo haber estudiado mucho sobre delegación por fuera de un libro muy cortito que leí hace más de 10 años. Escrito en forma de fábula empresarial (sí, eso es un “género”, digamos), “¡Delega!” cuenta la historia de dos primos «idénticos» a través de quiénes podemos aprender seis pasos infalibles de la delegación eficaz. El libro, que podría haber sido un artículo, es un meh (si quieren leer narrativa empresarial, Goldratt es el jefe) pero no deja de ser un recurso entretenido y muy gráfico para explicar el tema.
Habiendo destinado unos 40 minutos para su relectura (así de cortito es), les traigo mis reflexiones sobre delegación humana aplicada a IA:
- Los beneficios fundamentales de la delegación son todos válidos en el escenario de un colega artificial: nos permite ganar calidad de vida, nos ayuda a poner el foco en lo importante y nos asegura un mejor resultado final.
- Hay que saber qué delegar: la IA no sirve para todo ni hace todo bien. Entender sus habilidades, al igual que con seres de carne y hueso, es fundamental para conseguir el resultado esperado.
- Delegar en una IA podrá ser más limitado, pero es infinitamente más sencillo. Las personas somos complejas: nos comportamos de ciertas maneras influenciados por nuestra mirada sobre los demás, tenemos dificultades para comunicarnos, manejamos tiempos más largos y capacidades más limitadas (en casos que compiten con la IA, que se entienda) y, por sobre todo, nos cuesta bastante recibir críticas. Amigo, traigame esa compu y no se hable más.
- La definición clara de la tarea y las expectativas siguen siendo claves al trabajar con una IA generativa. “No ser lo suficientemente explícito” resume de manera adecuada uno de los errores más comunes de la delegación en todas sus formas. Ah, y ser explícito y claro toma bastante laburo de nuestro lado. Con humanos y con máquinas también.
- Poner de manifiesto cuán creativo o flexible o cuán al pie de la letra puede ser la ejecución con respecto al pedido es otro de esos casos que aplica bien para todos. Fomentar o reducir la creatividad de la máquina puede ser una intención deliberada en la interacción con la IA.
- Una de las magias más importantes de delegar en la IA (a diferencia de delegar en seres humanos) es que la tarea se hace de manera inmediata (permitiendo un feedback instantáneo si “la tarea no se entendió” y “dando devoluciones” para ajustar el rumbo) y se puede rehacer la cantidad de veces que haga falta, ya que la IA tiene capacidad infinita, a diferencia de Juan Pérez que se hartará y procederá a revolearme el primer objeto que encuentre a mano (y con justa razón).
- Variar el modo de explicar las cosas para adaptarse al estilo concreto de una persona es necesario ocasionalmente en la delegación. El prompting es también saber hacerse entender con un interlocutor que es bastante flexible para muchas cosas, pero no deja de tener “su propio estilo”.
- Uno de los principios de la autora hace referencia a la determinación previa del nivel de autoridad con respecto a la tarea. Aunque hoy no es un aspecto demasiado relevante, en un futuro cercano, cuando trabajemos de manera frecuente con agentes de IA, nos veremos obligados a definir ese nivel de autonomía y/o los pasos de validación para cada acción delegada. ¿Me harás recomendaciones para que yo tome la decisión, me mantendrás informado de cada acción o tendrás autonomía total?
- Con la IA todos somos managers (y creo que voy a dejar esto sin comentar para escribir otro artículo más adelante).
Aún a riesgo de antropomorfizar a nuestra IA de preferencia, la metáfora de la delegación provee una imagen efectiva para pensar nuestras interacciones y los esfuerzos que se requieren de nuestra parte para incrementar las posibilidades de éxito de la tarea. ¡A delegar que el mundo se va a acabar!
This article is also available in English on my Medium page, «Delegating to an AI»