El Lic. en Administración no sabe nada
Agustina está nerviosa. Hoy rinde su último final. En unas horas (si nada falla, claro) pondrá fin a un largo ciclo de formación que la convertirá en Licenciada. Jamás hubiese pensado que tendría que aprobar materias de disciplinas tan disímiles como derecho, matemáticas, estadística, contabilidad y, especialmente, las mil caras de la gestión, entre marketing, recursos humanos, finanzas, sistemas, operaciones y tantas otras. Pero hoy es el último día. Mañana Agustina será una profesional capacitada para atender los múltiples desafíos del mundo laboral de hoy. Agustina, esta noche, dejará de estar nerviosa. Agustina estará feliz.
Agustina está frustrada. Los primeros meses como profesional no son lo que ella esperaba. En un principio la búsqueda de trabajo se orientó a las disciplinas que más atractivas le resultaban pero en algún punto decidió que tampoco estaba en condiciones de ponerse tan quisquillosa porque necesitaba arrancar más temprano que tarde. Los avisos de empleo le presentaban requerimientos mínimos que no cumplía y conocimientos específicos que no tenía. Cuando finalmente logró ingresar en una empresa que decidió invertir en su formación (como si los 5 años de carrera no alcanzaran) se enfrentó a un mundo nuevo donde nada de lo que estudió parecía serle útil y donde sus compañeras, con una formación diferente, parecían moverse más rápido y con un mayor entendimiento del trabajo que debían realizar. Agustina está decepcionada.
La historia de Agustina es ficción, pero no por eso es menos verosímil. Una de las cosas más importantes que un profesor universitario puede hacer es seguir en contacto con sus ex alumnos una vez que terminan su trayecto de formación de grado e ingresan al mundo profesional: el circuito educativo siempre debe cerrarse con la retroalimentación y no hay retroalimentación real hasta que el egresado no se enfrenta al mundo laboral. Las múltiples encarnaciones de la historia de Agustina confluyen todas en una misma afirmación: al fin y al cabo, el Lic. en Administración no sabe nada.
Siendo el cuarto párrafo ya me están ardiendo las orejas de lo que me están insultando (y eso que todavía ni siquiera publiqué el artículo). Ténganme paciencia.
La paradoja del Lic. en Administración generalista es una paradoja interesante: nuestra formación es increíblemente abarcativa (no hay muchas carreras que repartan en sus materias enfoques cualitativos y cuantitativos casi que por igual) pero peligrosamente poco profunda. Esto es una decisión de diseño, no un error. Todo no se puede (bueno, se puede, si duplicamos la duración de la carrera, pero diría que la cosa no va por ahí).
No es casualidad tampoco que este dolor aparezca en el recién recibido. Es la tormenta perfecta del junior: un mercado laboral cada vez más competitivo y especializado que se choca con la (esperable) falta de experiencia de quién recién empieza. Con una competencia cada vez más numerosa de candidatos con una formación más profunda en áreas específicas (ya sea finanzas, marketing digital, análisis de datos, RRHH o tantas otras) y empresas cada vez más necesitadas de un retorno rápido y menos interesadas en “arrear” gente a través de una curva de aprendizaje larga.
Si el Lic. en Administración no sabe nada, ¿por qué sigue existiendo como carrera? ¿Hay alguna propuesta de valor? Hay un montón, pero estás son las que yo elijo:
- En un mundo donde te obligan a elegir una carrera cuando ni siquiera sabés qué carajo te gusta hacer ni para qué sos bueno, una orientación generalista permite descubrirte (y cambiar de rumbo y seguir siendo relevante si te descubriste mal).
- En un mundo donde el saber especializado se vuelve obsoleto en el minuto a minuto, las habilidades blandas y de gestión te permiten seguir siendo valioso.
- En un mundo que te empuja a emprender, una carrera que te hace recorrer el espectro completo de la gestión te brinda una formación única para quién debe tocar todos los instrumentos, cantar, vender las entradas y manejar la camioneta que lleva los bultos (también te enseña a negociar con el plomo que carga las cosas en la camioneta porque agarrar la pala no es algo que hagan los Lic. en Administración frecuentemente).
- En un mundo que te obliga a mantenerte actualizado, una carrera que no te enseña lo suficiente te fuerza a adquirir habilidades para seguir incorporando conocimiento a lo largo de tu vida (ok, quizás me exageré un poquito con ésta, pero no deja de ser verdad).
Es probable que este formato de carrera desaparezca más temprano que tarde: el mercado siempre hace de las suyas y quienes enseñamos administración de empresas no estamos en condiciones de ignorarlo (a la resistencia siempre le quedará Filosofía y Letras). Licenciaturas más cortas (¿4 años?), con título intermedio y orientación a áreas específicas parecen ser el camino para evitar el shock del ingreso al mercado laboral. La mirada generalista difícilmente muera, pero casi con seguridad se moverá al nivel de posgrado (¡hola MBA!) para recibir a todo aquel que primero aprendió algo para luego enseñarle nada; los 2 años de nada más valiosos de formación que podrías recibir.
Agustina se siente satisfecha. Con el tiempo empezó a descubrir que ciertas cosas que para ella eran obvias (¡sentido común!) para el resto de sus compañeras de trabajo no lo eran; y esas cosas obvias le permitieron destacarse y le abrieron puertas que no desaprovechó. Parece ser que el Lic. en Administración sabe algo. Todavía no logra determinar exactamente qué es ese algo, pero evidentemente existe. Suficiente para ella.
This article is also available in English on my Medium page, «The Business Administration graduate knows nothing»