Delitos sexuales y tecnología: un cambio de foco

Delitos sexuales y tecnología: un cambio de foco

De tanto en tanto (y cada vez con mayor frecuencia) alguna noticia relacionada con el uso de la tecnología en la consecución de delitos de diversa índole nos golpea desde las páginas de los policiales del diario. El viernes pasado sumamos a esta larga lista, desde Villa Amalia, el acoso sexual de un hombre de 30 años a niñas de 12 y 13 a través de WhatsApp y Facebook.

Las declaraciones del comisario César Agüero nos golpean fuerte y duro: “pensar que Tucumán, por estar tan alejada de las grandes urbes, es una ciudad exenta de los delitos informáticos es un error”. Y tiene razón… ¿por qué habría de estar exenta si hay cada vez más computadoras, más conexiones a internet y más teléfonos inteligentes disponibles? ¿Por qué habría de estar exenta si convivimos en nuestra sociedad con delincuentes de toda clase y origen?

La tecnología no es el problema

La reacción inicial de muchos ante estas historias es reducir el problema a la herramienta: ya sea Internet, Google, Facebook, WhatsApp o la disponibilidad de cámaras en los teléfonos, pareciera ser que el común denominador, la tecnología, es el culpable de este tipo de situaciones, o, como mínimo, un socio necesario.

La realidad es que los delitos sexuales existen desde siempre y así como la realidad del trabajo, el estudio o el ocio ha cambiado a la luz de las novedades tecnológicas, también han cambiado las actividades delictivas. La raíz del problema está en el ser humano y la solución está en el campo de la psicología y la psiquiatría.

¿Sabía ud. que cuando se lanzó el contestador automático mucha gente lo defenestró debido a que permitía con facilidad la identificación de viviendas vacías? 30 años después, no puede afirmarse a ciencia cierta que, bajo un uso correcto, el contestador automático haya incrementado la tasa de robos ni haya sido una característica determinante en los hurtos frecuentes.

El foco debe estar en la prevención

En cualquier delito, lo ideal es evitarlo antes de que ocurra pues una vez acaecido, en la mayor parte de ellos, ya no hay recuperación posible del daño ocasionado.

Más allá de la necesidad de que la policía cuente con el equipamiento y la capacitación necesaria para identificar a los delincuentes informáticos, la prevención del delito es algo que está a nuestro alcance, sin depender de terceros involucrados. Como política pública, la educación y concientización también debe ser prioritaria, con la ventaja de que no requiere de grandes inversiones económicas para conseguir un efecto positivo.

Entender sobre tecnología para poder prevenir y educar

Desde la ignorancia y el desconocimiento nos será imposible entender las amenazas que podríamos sufrir tanto nosotros como nuestros seres queridos. Sin caer en la paranoia pero entendiendo cuales son los riesgos, estaremos en mejores condiciones para enfrentarnos a una situación de este tipo.

¿Cómo podremos educar a nuestros hijos sobre los riesgos en el uso de la tecnología si no sabemos cuáles son los mismos ni estamos en condiciones de identificar claramente cuando un comportamiento es riesgoso o no? Si no tenemos un interés en la tecnología per se, podremos considerar interiorizarnos en ella para ayudar a quienes dependen de nosotros.

Definir cuál es el momento correcto para permitirles a nuestros hijos el acceso a un celular propio o a una cuenta de Facebook no es un tema menor y tendrá que tenerse en cuenta no solo la posibilidad económica, sino también la madurez del niño para su uso con el mismo.

El establecimiento del grado de privacidad adecuado es otro aspecto clave que debe ser complementado con un diálogo continuo sobre las experiencias que surjan del uso de las múltiples aplicaciones sociales.

 

Al igual que las bebidas alcohólicas, las drogas, el sexo y tantas otras cosas, la tecnología no es intrínsecamente buena ni mala: todo dependerá de cómo se la use y en qué medida. Negarla es inviable, aprender a dominarla y aprovecharla depende principalmente de nuestra voluntad, esfuerzo y dedicación. Enfrentemos el desafío que está, más que nunca, a nuestro alcance.

Publicado originalmente en el Blog Taylor Tenía Razón en La Gaceta.